Soy la madrastra caliente de Raúl, mi joven principito que cada día se hace más mayor. Me junté con su padre biológico, Luis, que es su padre en toda regla. Y la verdad es que es por dinero que estamos juntos, yo al menos.
No me atraen los señores mayores, pero como era de esperar, me enloquecen los jovencitos. Y mira por dónde, Luis tiene un hijo que nada tiene que ver con su papá. Él es todo inocencia, candor, fuerza y lo que más me atrae en un hombre: seguridad y virilidad.
No me gustan para nada los hombres inseguros, para eso ya he tenido a mi marido cuando ejercía de marido, si es que se le puede llamar así.
Y no solo inseguro si no que además iba de machito. Es decir, lo tenía todo y más falso que el pelo de una muñeca. Ahora y desde que llegué a casa, porque vivo con ellos dos, todo ha cambiado.
La verdad es que no sé cómo pueden dejar a una mujer extraña que no es la madre del pequeño, que viva con ellos.
Porque como es lógico no tengo nada que ver de parentesco con Raúl, no soy su madre ni nada. Podríamos decir ¿madrastra?, sí lo soy, pero de palabra. Porque bien podría ser su vecina caliente del quinto. ¿O no?
Madura pillada por hijastro antes de la siesta
Porque es lo que digo yo, ¿qué tengo que ver con Raúl? Nada. Con su padre Luis, al menos soy su mujer, pero para mi morenín soy una madura más. Soy una madurita española de a pie, con muchas ganas de marcha, que se ha metido en casa. Y de aquí nadie me saca. Porque a Luis lo tengo engañado y cuando se va a trabajar, me quedo en casa con él: mi objeto de deseo.
Una de las cosas que me encanta hacer es provocarle. Y también le espío, él mira páginas porno, de tías en pelotas, o para quedar con chicas. Enseguida se excita porque a esas edades empalman a la primera de cambio de marcha. Y Raúl más todavía. El otro día le pillé masturbándose delante del portátil con una señora madura de un chat maduras. Me dieron ganas de decirle, ¿qué haces?, si tienes a una MILF aquí. Pero aún no he dado ese paso. No sé, a veces me dan ganar de sexo con él.
