Mirones playa de maduras

Al me he decidido a poner mi propia experiencia de mirones playa de maduras. Porque este verano si que me lo he pasado en grande porque he hecho lo que me ha dado la gana. Recientemente divorciada y con un buen trabajo, me ha permitido este agosto estar a mis anchas y soltarme el pelo a lo grande. Haciendo de esta manera realidad todas mis fantasías más ocultas que la verdad, eran muchas.

No te das cuenta de las cosas hasta que no tienes una experiencia nueva que te lo muestra. Porque no tienes ni idea de lo que es tener sexo con un extraño después de una tórrida mañana de sol, hasta que te pasa a ti.

Eso me pasó el otro día en la playa de Tarragona, mientras iba a darme un baño. Me dije de ir sola, y de hacer topless con mis tetones al aire. Yo soy un poco gordita, con buenas piernas y con tetas caídas, pero yo sé que a los hombres eso les encanta.

Tarragona testigo de mirones playa de maduras

Me fui a la playa larga de Tarragona con mi coche y lo cierto es que ese día de agosto, hará una semana, ya iba un poco caliente. Me había duchado antes y con el teléfono del agua, me lo había enchufado a presión en mi coño peludo, lo cual fue todo un buen gusto. Creía que me estaban penetrando sin parar pero al despertar, vi que estaba sola con la alcachofa a reventar. Y me dije: «eso se tiene que arreglar».

Por eso fui decidida a exhibirme, a que grandes y pequeños me vieran las tetas grandes que tengo. Y para esos mirones  playa maduras vieran lo descuidadas que están por el paso del tiempo: caídas y blanditas. Sé que a los hombres les gusta una madura dejada a su suerte, con pelos y tetas sin ningún resorte. Yo no llevo soporte, mis tetones caen como quieren. Uf!, estaba a mil por hora.

Miradas lascivas con el morenito de las hamacas

Pues yo estaba retozando en la orilla como una niña, pero claro, con tetas de mujer madura. Cuando de pronto pude observar y notar como se clavaba en mí, una mirada oscura y penetrante. No pudo ser otro que el hamaquero o guarda de las hamacas. Era un hombre de unos treinta y algo años, algo más joven que yo, y muy morenito. No sé si era su color de piel o producto del sol.

Lo cierto que es que nos repasamos con las miradas una y otra vez. Yo venía caliente de toda la mañana, a eso le sumaba el sol que acariciaba mis gordos pezones y yo me quería morir del gusto. Bueno, podría contar mucho más pero resumiendo, cogí mi toalla, me fui para el coche no sin antes hacerle un gesto de: vente conmigo.

Por eso, él lo entendió a la perfección y dejó el tenderete de las hamacas sin dueño ni patrón. Me siguió hasta el coche sin condón, y yo me metí por la puerta de atrás. Y sin mediar palabra dejé que él me siguiera sin más. Los dos en el backseat atrás. Cuando le tuve en frente pasó lo siguiente….

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