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Domina española Eva somete secretaria caliente

«Hemos terminado el trabajo por hoy», me dice Olga rubita cachonda de oro. Ella dice que soy su Domina española Eva, ese es mi nombre. No sé cómo surgió hace unos meses, pero sucedió: pasion entre mujeres insaciables en buffete de abogados ignorados. Cuando ella me dice esa frase final, quiere decir: haz conmigo lo que quieras, cerremos la puerta y disfrutemos como sabemos. ¡Uf, me pone malísima!

Un choque femenino entre una abogada Eva madura y su secretaria caliente, dos lesbianas tortilleras, un par de maduras españolas exhibicionistas, qué sé yo. Aunque ella es más joven, una atracción indescriptible nos une: el sobetear unas tetas que no sean las mías, ordenar que se baje la falda o mejor aún, ¡quitarsela yo! También me calienta, ver cómo le cuelgan sus tetitas a pesar de no ser mayor. Y esa entrega completa sin firma, que ni el de Seur.

Otra cosa que me gusta es someterla con gestos, agarrarla como si fuera mi juguete, con mis brazos fuertes, venosos, palancoides y ventosos con ventosa, como los dildos agarra baldosas. En los que maduras desatendidas cabalgan mientras se duchan. La verdad es que eso me divierte y excita al mismo tiempo. Olga, la caliente secretaria, me suele mirar riendo o sonriendo, como una perra que mira a su dueña y yo la comprendo. La compruebo a ver si excede los niveles de humedad vaginales no autorizados. Y efectivamente, los supera con creces, se humedece a pasos agigantados. No tiene control. Es como un avión sin piloto, una perrita perdida en el parque sin collar.

Sado femenino en oficina con Domina española Eva

Además de conocerla en intimidad, ella me ha comentado su inclinación por las chicas desde muy jovencita. Me contaba que los vestuarios en época de instituto eran su perdición, llegaba a casa con las bragas mojadas. A veces imaginaba que entre todas, la sometían en las duchas, la azotaban, la humillaban y le afeitaban entre todas ese coño peludo, del cual ya gozaba en el instituto.

Su imaginación con las mujeres, tal como me lo contaba, no tenía fin. Ahora ya, de un tiempo a esta parte, había ido a lugares de BDSM Barcelona, en busca de maduras Dominatrix. Buscando algo más directo y fuerte sado, que un simple chat maduras sumisas, del cual también era usuaria. Total, un descalabro de jovencita reprimida por inclinarse ante severas dominantes. Por eso, cuando vino a trabajar para mí, encontró el cielo abierto. Y su culo también: porque yo la sodomizo.

Me gusta ponerla desnuda, ordenar que se quite lo que lleve y dejarla como una perra en celo al descubierto: a cuatro patas sobre la mesa o en el suelo. Entonces examino ese culo que tiene, lo abro como si de un melón se tratara, sin reparos ni excusas y ella se deja. Puedo observar lo salvaje que lo tiene todo y con un plug anal bien lubricado, procedo al internado. Ella nota que la perforo y se calla, yo me mojo y me engrandezco al mismo tiempo. Me noto fuerte y poderosa, o me empodero ante mi secretaria temblorosa como un florero.

Olga sumisa y caliente sometida a abogada exigente

«¡Venga zorra inútil, no vales ni para hacer la orden del día de mis reuniones!», le digo con la seguridad de saber que tengo razón. Ella mientras tanto, está del todo desnuda y abierta, a cuatro patas esperando quizá un adelanto. Le he quitado toda la ropa del trabajo. Y le gusta. Pero a mi más, porque mis grandes manos cubren sus tetitas como las de una colegiala. Solo así sabe lo que vale cuando está conmigo: nada. Hago con ella lo que quiero.

Por eso, para completar el ciclo, ella, perdida y asustada voluntariamente, no para de pedirme por favor, que no lo hará más. «¿El qué no harás más?. «Hacerlo mal, mi señora, lo haré bien…» A veces cuando la veo tan entregada y tan real, me gustaría reventarla con una polla grande y gruesa que le atravesara todo el culo. De momento tengo mis juguetes gordos que lubrico hasta la saciedad, para encularla hasta no poder más. También para metérselos por ese sucio ojete de blanquita novata ofrecida. Ella es mi secretaria caliente y tengo que cuidarla. ¡Acércate más puta, enséñame que lo eres!. «Sí, mi señora». Me contesta.

Por eso, por mucho que la reduzca, ella me dice: mi domina española Eva. Y yo encantada porque me corro más que mi perra. Incluso, por más humillaciones verbales y físicas que sufra, siempre tiene una suave dedicatoria para su dueña. A veces le hago llamar a una linea erotica lesbianas, de tortilleras maduras, buscatijeritas, para degradarla, domarla y exponerla. Y todo para que llame y chupe coños experimentados y yo ver cómo lo hace.

Pero además, cuando Olga mi secretaria habla con otra, yo la monto porque es mi potra. Y se acabó.

 

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